domingo, 16 de agosto de 2009

Aceptarnos como somos

20070321133600-somos.jpg

La gran mayoría de las personas nos forjamos un ideal sobre quién queremos ser, y como ocurre con todos los ideales, no logramos que se convierta en realidad.

Esto en sí no es negativo, pues esa diferencia entre lo ideal y la realidad se percibe en muchos órdenes de la vida.

El problema surge cuando la dicotomía desencadena una frustración y nos lleva a enfadarnos con nosotros mismos por no ser capaces de alcanzar aquello que perseguimos, y que erróneamente pensamos que nos haría felices.

El no vernos reflejados como creemos que nos gustaría ser nos lleva a sentirnos frustrados y a perder la confianza en nosotros mismos, lo que es sinónimo a no aceptar nuestros defectos, ni tampoco nuestras virtudes.

Si no nos gustamos, difícilmente querremos estar a solas con nosotros, ni dedicarnos tiempo, aunque sean sólo 10 minutos. Pero esto no puede servirnos de excusa para no intentarlo.

¿Cómo disfrutar de nuestro tiempo a solas?

Diez minutos con nosotros mismos NO son para:

Agobiarnos con todo lo que deberíamos haber hecho o nos falta por hacer.

Recordar nuestros malestares, tanto físicos como emocionales.

Dar vueltas a cualquier hecho que nos tiene preocupados.

Buscar soluciones para problemas que tenemos pendientes.

Pensar, analizar y hacer trabajar la mente.

Aislarnos con nuestras preocupaciones o pensamientos recurrentes.

Diez minutos con nosotros SI son para:

Aislarnos de nuestros problemas, darnos un respiro de las preocupaciones y una tregua de las obligaciones.

Darnos un tiempo por el que constatamos la importancia que nos otorgamos.

Conectar con nuestra propia soledad.

Estar físicamente solos con nuestro cuerpo y nuestra mente.

Sentirnos y conocernos más y mejor.

Abandonarnos a nada.

Durante esos diez minutos:

En ocasiones, se agolparán los pensamientos y otras nos vendrán de uno a uno, o ninguno. A los pensamientos hay que dejarlos pasar, sin pararnos en cada uno de ellos ni concederles interés.

Al principio puede que ese tiempo incomode e inquiete, igual que la primera vez que compartimos un espacio y un tiempo con alguien a quien no conocemos.
Nos habituamos a escucharnos para dejar de ser extraños de nosotros mismos.

Encontraremos el gusto y el placer de disfrutar de nuestra propia compañía, y valorarla más.

No hay comentarios: